La OTAN fue creada en 1949 como respuesta de EEUU ante los intentos de la URRS de expandirse y la inacción de Naciones Unidas debido a los vetos soviéticos. En 1954, la URRS firma el Pacto de Varsovia para crear una unión militar de contrapeso a la OTAN. Al terminar la guerra fría el Pacto de Varsovia se disuelve y, para evitar las tensiones, Rusia y la OTAN firman un acuerdo para estabilizar la región en 1997. Este acuerdo incluye medidas como no desplegar armas nucleares en los antiguos territorios de la esfera soviética o no llevar tropas de la OTAN a países limítrofes con Rusia (por ejemplo, Finlandia).

Desde entonces, algunos de los países firmantes del Pacto de Varsovia se han unido a la OTAN: Albania, Bulgaria, Hungría, Polonia, Rumanía, República Checa, Eslovaquia, Eslovenia, Estonia, Letonia y Lituania.

A efectos de este debate, el politeísmo descentralizado es la religión basada en varias deidades que pueden promover creencias y prácticas religiosas diferentes, a veces incluso contrarias entre sí. Las personas creyentes rinden culto a todas las deidades a la vez, pero diseñan su propia religiosidad escogiendo elementos de cada una. Por ejemplo, es posible preferir el entendimiento filosófico de la vida y la muerte de una deidad, pero rechazar su visión del karma o de las jerarquías personales, remplazándola por la de una o más deidades alternativas.

Por otro lado, en el politeísmo centralizado todas las deidades promueven las mismas prácticas y creencias, con valores y dinámicas unificadas. Se puede tener mayor devoción por una deidad que por otra, pero las personas creyentes comparten una única forma de vivir la religión, que puede variar en intensidad e implicación según la persona.

El color blind casting consiste en la asignación de roles en producciones audiovisuales sin tener en cuenta los rasgos de identidad étnica del actor escogido, incluso cuando no son fieles en la representación de figuras históricas. Algunos ejemplos incluyen la selección de una actriz afrodescendiente para interpretar a Cleopatra en la película Queen Cleopatra o la contratación de un elenco mayoritariamente no-blanco para representar a figuras políticas históricas blancas en Hamilton.

Existe una tendencia en los movimientos feministas a buscar que el poder sea eliminado de la esfera sexo-afectiva. Esto implica problematizar potenciales situaciones de vulnerabilidad que pueden viciar el consentimiento cuando existen dinámicas de poder. Por ejemplo, en las relaciones entre profesores y estudiantes universitarias mayores de edad, artistas y sus fans, trabajadores con diferencias posicionales, etc. Asimismo, se problematiza que las dinámicas de poder consensuadas, como roles de género o juegos de dominación, podrían replicar conductas patriarcales.

En respuesta, grupos feministas específicos buscan resignificar el poder en la esfera sexo-afectiva. Esto implica reivindicar la agencia y autonomía que tienen las mujeres para consentir e incluso iniciar relaciones cuando existen diferencias posicionales. De igual manera, la ética sexual y afectiva se enfoca en la presencia del consentimiento y no en las características particulares de las prácticas consensuadas.

Bajo el sistema actual, la duración establecida para las patentes farmacéuticas es de 20 años desde la fecha de solicitud. Esto implica que el fármaco desarrollado por un laboratorio privado solo puede ser producido y comercializado por la empresa farmacéutica que ostente la patente o las empresas que compren una licencia para operar en otras regiones.

El modelo pharmacy investment permite que las patentes tengan una duración distinta, mediante el cálculo de la inversión total que haya tenido que desembolsar la empresa farmacéutica. Así, por ejemplo, un fármaco en el que se haya invertido un altísimo capital, podrá tener una patente con una duración muy superior a los 20 años; mientras que un fármaco con una inversión baja tendría una patente de duración proporcionalmente reducida.

En algunas jurisdicciones existe la posibilidad de 'vender la participación' en una demanda colectiva. Así, una empresa especializada o un actor interesado puede pagar a una, varias o todas las personas demandantes para quedarse con su derecho a reclamar una indemnización. Generalmente, la participación se vende por debajo del precio de lo que se espera ganar con la demanda, pero no existe garantía de que la demanda prospere y el valor de retribución puede acabar siendo nulo. Un ejemplo podría ser una empresa demandada por daño ambiental que adquiere los derechos de los demandantes finalizando el procedimiento, o un grupo ecologista comprando esos mismos derechos para poder llevar el juicio a término.